14 enero 2016

Quilmes es mi ciudad

La ciudad baja de Quilmes es un lugar sensual y libertino, tan hormigueantemente vivo como un estercolero. A la luz del día la policía de la ciudad va por parejas; de noche dejan el lugar solo. Es una ciudad de embaucadores, prostitutas, contrabandistas, traficantes de drogas, haraganes, alcahuetes, proxenetas, mercenarios militares, reclutadores, peristas, pordioseros, cirujanos clandestinos, mirlos blancos, estafadores pequeños, estafadores grandes, drogadictos, travestís, pongan el nombre que quieran, todos ellos habitan en la ciudad de Quilmes. Es un lugar maravilloso, asegúrense de efectuarse un análisis de sangre después de pasar por ahí.

Es el único lugar que conozco donde un "algo" viviente, marcado con su diseño (cuatro brazos, sin piernas, ojos en la parte de atrás del cráneo, lo que quieran) puede caminar (O reptar) a un bar, pedir una cerveza, y no recibir ninguna atención especial a sus peculiaridades. En cuanto a los de "mi clase", no significa nada... No en una comunidad donde el 95 por ciento de los residentes no se atreven a pasear por una plaza cuando baja el Sol.
Me sentí tentado de quedarme allí. Había algo tan cálido y amistoso en todos aquellos desheredados, ninguno de los cuales te señalaría nunca con un dedo burlón...

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